-(Lo que un grupo de gobernadores decide hoy, fácilmente se abandona o
revierte mañana )-
UN PAíS SIN PROCEDIMIENTOS
Firma:Pablo T. Spiller
Catedrático, Universidad de California, Berkeley, y director LECG, LLC
[ P ]El reciente acuerdo de Duhalde con los gobernadores no cuenta con una
base institucional sólida
** Nota **La reciente reunión de gobernadores en la Quinta de Olivos junto con
el documento de política común son una muestra más del desorden institucional
en el que ha caído el país. Parecería que decisiones importantes tomadas sin
pensar, ya en sus implicancias de mediano o largo plazo, pronto se transforman
en fardos difíciles de descargar a pesar de la zozobra financiera del país.
Gobiernos medianamente organizados utilizan procedimientos de toma de decisión
para analizar, pulir y eventualmente adoptar o rechazar políticas públicas que
afectan a la sociedad.
En la Argentina, la toma de decisiones gubernamentales está más dirigida por
la personalidad del individuo a cargo del asunto, sea ministro o presidente,
que por procedimientos desarrollados para generar consenso político y social.
Lamentablemente, esto no es nada nuevo. Es así como ha funcionado la Argentina
en los últimos cincuenta años. El Congreso puede debatir y aprobar leyes, pero
ello no implica que exista un consenso de largo plazo al respecto. El Congreso
argentino, dado el sistema electoral imperante, refleja los acuerdos políticos
obtenidos o no entre el Ejecutivo y los gobernadores. Estos arreglos, como el
recientemente obtenido por el presidente Duhalde para destrabar las
negociaciones con el FMI, no cuentan con una base institucional sólida que los
haga creíbles. Lo que un grupo de gobernadores decide hoy, fácilmente se
abandona o revierte mañana. En definitiva, el problema de la credibilidad de
estos acuerdos es que se toman en entornos ad-hoc sin institucionalidad. Son
equivalentes a un nuevo borrón y cuenta nueva. El Ejecutivo distribuye
recursos y amenazas y recibe a cambio promesas de apoyo político. No existe
una institucionalidad de por medio que implemente esos acuerdos.
El FMI dudosamente estará satisfecho con la fotografía de 20 sonrientes
gobernadores, tanto del PJ como de la UCR, rodeando al Presidente. Aun así,
sea cual fuere la decisión del FMI, la Argentina no debería conformarse con
ello. Como ejemplo, podemos considerar el apoyo de los gobernadores para la
baja del IVA en dos puntos. Esta decisión, tomada dentro del gabinete en forma
apresurada, sin un análisis preliminar que sustente su valor en cuanto a
recuperación económica, fue refrendada alegremente por todos los gobernadores
en una muestra de total falta de responsabilidad fiscal. La baja en la
recaudación fiscal que genere la reducción de dos puntos del IVA será
absorbida en su totalidad por la Nación. “A nosotros ni nos toquenö, dicen los
caciques provinciales.
Otro ejemplo similar que pone de manifiesto la toma de decisiones
gubernamentales sin pensar en sus consecuencias es la postergación de los
comicios para elecciones presidenciales. En la reunión de la Quinta de Olivos,
los jerarcas provinciales ratificaron la postergación de las elecciones hasta
una semana antes de la toma de poder del nuevo presidente. Esta decisión, cuya
finalidad política (por obvia) no voy a comentar aquí, asegurará que la
transferencia de poder sea caótica. El nuevo equipo económico no tendrá
capacidad de anticipación. El presidente anterior se irá, y con él
probablemente varios de sus ministros. Los nuevos ministros entrarán sin
conocimiento del tema (eso siempre es así), pero a su vez sin un plan de
trabajo basado en la realidad del sector a su cargo. En última instancia, el
acuerdo de Olivos, para mostrarle al Fondo que la Argentina está toda detrás
del Presidente, no hace otra cosa que reflejar la desnudez institucional del
país.
Es necesario comenzar a institucionalizar al país. Con este objetivo, he
propuesto en varias notas previas dos tipos de cambio u alternativas. Por un
lado, está cambiar el sistema electoral, de manera de limitar el poder de los
gobernadores sobre el Parlamento y de esa manera permitir el desarrollo de
parlamentarios profesionales responsables por sus actos. Por otro lado, está
el de eliminar el sistema presidencial y pasar a un sistema parlamentario,
donde si se mantiene el actual sistema electoral, los representantes de los
gobernadores serán los que realmente gobiernan, y no podrán simplemente
sentarse en las bambalinas, esperando rescates financieros del centro. Deberán,
en su lugar, hacerse responsables de la realidad nacional. Sin políticos con
responsabilidad no hay esperanza de consenso político
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