Artículo
(Fecha: 21/11/2002)


-(Lo que un grupo de gobernadores decide hoy, fácilmente se abandona o revierte mañana )-

UN PAíS SIN PROCEDIMIENTOS

Firma:Pablo T. Spiller
Catedrático, Universidad de California, Berkeley, y director LECG, LLC
[ P ]El reciente acuerdo de Duhalde con los gobernadores no cuenta con una base institucional sólida

** Nota **La reciente reunión de gobernadores en la Quinta de Olivos junto con el documento de política común son una muestra más del desorden institucional en el que ha caído el país. Parecería que decisiones importantes tomadas sin pensar, ya en sus implicancias de mediano o largo plazo, pronto se transforman en fardos difíciles de descargar a pesar de la zozobra financiera del país. Gobiernos medianamente organizados utilizan procedimientos de toma de decisión para analizar, pulir y eventualmente adoptar o rechazar políticas públicas que afectan a la sociedad.
En la Argentina, la toma de decisiones gubernamentales está más dirigida por la personalidad del individuo a cargo del asunto, sea ministro o presidente, que por procedimientos desarrollados para generar consenso político y social. Lamentablemente, esto no es nada nuevo. Es así como ha funcionado la Argentina en los últimos cincuenta años. El Congreso puede debatir y aprobar leyes, pero ello no implica que exista un consenso de largo plazo al respecto. El Congreso argentino, dado el sistema electoral imperante, refleja los acuerdos políticos obtenidos o no entre el Ejecutivo y los gobernadores. Estos arreglos, como el recientemente obtenido por el presidente Duhalde para destrabar las negociaciones con el FMI, no cuentan con una base institucional sólida que los haga creíbles. Lo que un grupo de gobernadores decide hoy, fácilmente se abandona o revierte mañana. En definitiva, el problema de la credibilidad de estos acuerdos es que se toman en entornos ad-hoc sin institucionalidad. Son equivalentes a un nuevo borrón y cuenta nueva. El Ejecutivo distribuye recursos y amenazas y recibe a cambio promesas de apoyo político. No existe una institucionalidad de por medio que implemente esos acuerdos.
El FMI dudosamente estará satisfecho con la fotografía de 20 sonrientes gobernadores, tanto del PJ como de la UCR, rodeando al Presidente. Aun así, sea cual fuere la decisión del FMI, la Argentina no debería conformarse con ello. Como ejemplo, podemos considerar el apoyo de los gobernadores para la baja del IVA en dos puntos. Esta decisión, tomada dentro del gabinete en forma apresurada, sin un análisis preliminar que sustente su valor en cuanto a recuperación económica, fue refrendada alegremente por todos los gobernadores en una muestra de total falta de responsabilidad fiscal. La baja en la recaudación fiscal que genere la reducción de dos puntos del IVA será absorbida en su totalidad por la Nación. “A nosotros ni nos toquenö, dicen los caciques provinciales.
Otro ejemplo similar que pone de manifiesto la toma de decisiones gubernamentales sin pensar en sus consecuencias es la postergación de los comicios para elecciones presidenciales. En la reunión de la Quinta de Olivos, los jerarcas provinciales ratificaron la postergación de las elecciones hasta una semana antes de la toma de poder del nuevo presidente. Esta decisión, cuya finalidad política (por obvia) no voy a comentar aquí, asegurará que la transferencia de poder sea caótica. El nuevo equipo económico no tendrá capacidad de anticipación. El presidente anterior se irá, y con él probablemente varios de sus ministros. Los nuevos ministros entrarán sin conocimiento del tema (eso siempre es así), pero a su vez sin un plan de trabajo basado en la realidad del sector a su cargo. En última instancia, el acuerdo de Olivos, para mostrarle al Fondo que la Argentina está toda detrás del Presidente, no hace otra cosa que reflejar la desnudez institucional del país.
Es necesario comenzar a institucionalizar al país. Con este objetivo, he propuesto en varias notas previas dos tipos de cambio u alternativas. Por un lado, está cambiar el sistema electoral, de manera de limitar el poder de los gobernadores sobre el Parlamento y de esa manera permitir el desarrollo de parlamentarios profesionales responsables por sus actos. Por otro lado, está el de eliminar el sistema presidencial y pasar a un sistema parlamentario, donde si se mantiene el actual sistema electoral, los representantes de los gobernadores serán los que realmente gobiernan, y no podrán simplemente sentarse en las bambalinas, esperando rescates financieros del centro. Deberán, en su lugar, hacerse responsables de la realidad nacional. Sin políticos con responsabilidad no hay esperanza de consenso político



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